La tierra está llena de monstruos, repleta de bestias que se desbordan sobre cualquier ser que lamentablemente se encuentre lo suficiente cerca. Esos monstruos devoran todo a su paso, arrasan con los inocentes, dejan destrucción, vacío y oscuridad.
Hay muchos tipos de monstruos, algunos más horribles que otros.
Monstruos del amor, que hieren y rompen.
Monstruos de tristeza, que se meten en tu piel haciendo que sintieras lo que él quiera.
El monstruo de la muerte es uno de los peores, una deidad muy temida. Se lleva todo a su paso, cuerpo y alma. Se lleva la luz dejando oscuridad, una oscuridad muy espesa y densa que la podría sentir con solo levantar la mano.
Pero la deidad superior, el monstruo más temido, el definitivo, es el de la felicidad. Este ser se presenta de buena manera, te acompaña y hace creer que jamás te va a abandonar. Te da protección y su luz es tan brillante que hace que entre cierres los ojos.
¿Eso está bien, no? ¿Pero por qué es el peor? Porque el monstruo de la felicidad no te lastima cuando viene y se queda. Él te lastima, destruye, deja un mar de devastación y agonía... cuando decide irse.
Monstruos de tristeza, que se meten en tu piel haciendo que sintieras lo que él quiera.
El monstruo de la muerte es uno de los peores, una deidad muy temida. Se lleva todo a su paso, cuerpo y alma. Se lleva la luz dejando oscuridad, una oscuridad muy espesa y densa que la podría sentir con solo levantar la mano.
Pero la deidad superior, el monstruo más temido, el definitivo, es el de la felicidad. Este ser se presenta de buena manera, te acompaña y hace creer que jamás te va a abandonar. Te da protección y su luz es tan brillante que hace que entre cierres los ojos.
¿Eso está bien, no? ¿Pero por qué es el peor? Porque el monstruo de la felicidad no te lastima cuando viene y se queda. Él te lastima, destruye, deja un mar de devastación y agonía... cuando decide irse.
-K.A. Valdez

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